Vuelve Antín, el corrupto favorito de los fans

«Todos querrían ser como él en una sociedad como funciona la nuestra», asegura el actor al retomar su icónico papel en la tira recientemente estrenada en Netflix. Mientras tanto, sigue en teatro desde Mar del Plata con «Un judío común y corriente».

Cultura y Espectáculos22 de enero de 2022 Redacción Arte y Espectáculos

Gerardo Romano retoma en la cuarta temporada de «El marginal», estrenada esta semana en Netflix, su ya icónico papel de Sergio Antín, el tan deleznable como simpático corrupto funcionario penitenciario que atrae porque «todos querrían ser como él en una sociedad como funciona la nuestra».

Eso opina el actor en conversación con Télam desde Mar del Plata -donde hace temporada con la obra «Un judío común y corriente», que protagoniza desde 2015-, y añade que una de las particularidades que hacen a Antín tan «inspirador» para el público es que «no siente culpa y avanza».

Efectivamente, en esta cuarta temporada de la ficción creada por Sebastián Ortega y dirigida por Alejandro Ciancio y Mariano Ardanaz, quien fuera el director del ficticio penal de San Onofre en el que transcurrió la trama hasta que quedó envuelta en llamas, no solo no pagó por sus transgresiones, sino que consiguió el premio de hacerse con la Secretaría de Seguridad nacional.

La serie retoma meses después de los hechos ocurridos en la primera temporada -la segunda y tercera entregas fueron precuelas que ampliaron y contextualizaron el universo narrativo de sus principales protagonistas-, cuando buena parte de los convictos más caracterizados vuelven a reunirse en otra cárcel, el penal de Puente Viejo.

Pastor (Juan Minujín), Mario Borges (Claudio Rissi), Diosito (Nicolás Furtado) y César (Abel Ayala), tienen muchas cuentas pendientes entre sí para dirimir y también un gran punto en común: ahora están en igualdad de condiciones. Todos son nuevos en el penal y deben bajar la cabeza ante autoridades y «capangas», al menos hasta que sepan cómo escalar la estructura de poder.

El sádico Benito Galván, el director que maneja con mano de hierro la cárcel encarnado por Rodolfo Ranni, y la banda liderada por Coco (Pipo Luque) son entonces nuevos obstáculos para los presidiarios recién arribados.

Desde afuera, el amoral Antín va a intentar infiltrar y socavar el poder de Galván y reeditar la sociedad criminal con Borges que pueda seguir llenando sus bolsillos.

«¿A mí qué carajo me importa el país? Me importo yo, mi patrimonio, mi guita, mi laburo», dice un sincero Antín en el segundo de los ocho episodios de esta temporada; una síntesis de las motivaciones y constitución psicológica del personaje qué más claro lo tiene. Es que los supuestos «marginales» que viven detrás de las rejas al menos sostienen lealtades o amistades.

Romano charló con esta agencia sobre el odioso pero querible personaje que encarna desde 2016, su reencuentro en pantalla con Ranni a casi 30 años de la recordada «Zona de riesgo» que hicieron a comienzos de los 90 y hasta su química con Rissi y la libertad para improvisar esa suerte de campeonato de puteadas en los que se embarcan Antín y Borges.

Fuente: Telam

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