Unir Malvinas
El proyecto se denominó Unir Malvinas. El objetivo consistió en hacerlo a través del deporte como mensaje de paz y respeto. El sentido de Unir Malvinas se basó en rendir tributo a los soldados cuyos restos descansan allí y, además mostrar que es posible tomar contacto con un mundo ignorado por la mayoría de los argentinos.
Durante la realización de la última feria del Libro de Buenos Aires, Alejandro asistió con su novia para darle un presente al comodoro Pablo Carballo, a quien admira por su heroísmo durante la guerra. El militar no vive en la CABA pero asiste a la feria todos los años y allí le obsequió la remera que lo homenajea con la que Alejandro corrió varias maratones. En ese lugar Carballo le sembró la idea. Vos tenés que ir a correr a Malvinas, le dijo.
La propuesta que en principio le resultó inviable, fue tomando fuerza en su mente. La Feria se realizó entre abril y mayo y el 11 de diciembre Alejandro Scomparín bajaba de un avión en suelo malvinense: tan solo siete meses después.

Armar su propia carrera
A principios de julio, Scomparín adquirió el libro de otro deportista, Sebastián Armenó, maratonista solidario, llamado Superarse es ganar. Al leerlo se encontró con un capítulo en el que el escritor narra la experiencia de otro corredor cuyo hijo contrajo una grave enfermedad y que prometió que si sanaba iba a organizar su propia maratón entre Mar del Plata y Miramar.
Hasta ese día Scomparín buscaba la manera de correr en Malvinas pero no hallaba una idea que lo satisfaga, puesto que si bien se corre allí una maratón, ésta tiene otro sello. Pero cuando leyó el libro de Armenó, la respuesta se hizo visible: armar su propia carrera.

La elección del recorrido
Tomada la decisión, lo primero que hizo Alejandro fue buscar en Internet los lugares para trazar el recorrido de la maratón. En la Web había poco material. Pensó en unir los dos cementerios, pero el trayecto no superaba los 30 kilómetros y le pareció poco camino para tanto viaje. Entonces comenzó a divulgar el proyecto entre amigos y veteranos que le fueron indicando los sitios y la mejor época para hacerlo. Así surgieron aquéllos que él siempre quiso conocer a partir de sus lecturas sobre la guerra. Nombres a todos familiares como Puerto Argentino, Fitz Roy, Monte Longdon, Darwin, el cementerio.

No estuvo solo
Enterados de su plan, dos amigos y colegas en la UTN decidieron acompañarlo. Como no son maratonistas, lo hicieron en una camioneta. Alejandro dice que Dios los reunió para armar un gran equipo. A los dos que lo acompañaron lo hicieron otros desde suelo argentino, para ayudarlo a equiparse, entre ellos un gran médico argentino que lo descubrió alérgico al gluten y le dio una dieta que le permitió bajar 7 kilos. Otro amigo, médico deportólogo, lo curó de una tendinitis en una de sus piernas, lo que le permitió correr sin sobresaltos.

Una sola estación de servicio y residentes amables pero no hay cocina después de las 20 hs
Hay una sola estación de servicio en toda la isla y está en Puerto Argentino. Al transitar 40 o 50 km de ruta a la derecha sólo hay ovejas, a la izquierda solo hay ovejas y adelante solo piedras. Lo que si lo sorprendió gratamente fue la solidaridad de los locales con ellos en las rutas. Apenas veían la camioneta detenida en la ruta paraban para ofrecer ayuda.
La recepción y el trato con los habitantes de las islas han sido muy buenos. Por supuesto que para ello incidió la forma respetuosa de comunicación del deportista. Si bien no tuvo mucha oportunidad para interactuar con los malvinenses en general, en los lugares en que se alojó siempre fue tratado muy bien. Incluso hasta lo han felicitado por su aventura.
Las primeras dos noches no pudieron cenar. La primera porque llegaron tarde con el vuelo y la otra la cocina cerraba a las 20 hs y 19.55 ya habían cerrado. Siendo domingo, nada encontrarían abierto afuera. Para un maratonista comer bien restaura fuerzas, así que se alimentaron con parte de lo que llevaban para el camino.

¡A correr se ha dicho!
El primer día unieron puerto Argentino con Fitz Roy. La camioneta que los acompañaba se perdió y estuvo corriendo solo más de 10 kilómetros. La geografía de las Islas es complicada porque todo se parece mucho. Los carteles de referencias son muy pequeños y no siempre se ven. Hizo parte del recorrido bajo la lluvia. Finalmente lo hallaron y así llegaron al Memorial. En dos intensas jornadas Alejandro Scomparín completó algo más de 100 km de carrera.
El día más emocionante
Cuando llegaron al lugar previsto tuvieron que pedir permiso para entrar porque es privado. De pronto advirtió la presencia de cuatro caballos salvajes. Todo el tiempo que estuvieron observándolos desde una colina y cuando se iban, Alejandro se asustó porque corrieron hacia ellos al galope, deteniéndose a dos metros apenas del vehículo para marcharse después. Este episodio ocurrió en un sitio donde había habido cruentos enfrentamientos durante la guerra. En ese lugar murieron 50 soldados británicos pero también fallecieron tres pilotos argentinos. Para Alejandro sus almas se hicieron presentes a través de esos bellos animales indómitos y se emociona al relatarlo tanto o más que cuando lo vivió.

Qué ropa usó
Los dos primeros días de la maratón se hicieron complicados a causa del mal tiempo, pero gracias al equipamiento técnico lo superó. Es importante saber qué tipo de ropa usó para comprender cuantos elementos intervienen ayudando a una persona a superar los cambios tanto climáticos como geográficos en un lugar tan austral y tan agreste. Asesorado por uno de sus amigos, compró una campera de goretex, más cara que el viaje y eso valió la pena. Los pantalones se los regaló Aldosivi. Es una tela parecida a una malla. Se mojaba con la lluvia pero se secaba de inmediato cuando dejaba de llover, gracias a lo cual nunca pasó frío. Llevó muchos pares de zapatillas, tanto para camino asfaltado como para ripio.

El día que se perdió
El tercer día Scomparín se perdió en Monte Longdon. Sus amigos no podían hallarlo. Al principio se preocupó pero luego buscó dentro de sí la tranquilidad que le permitió vencer la dificultad. Estuvo perdido más de dos horas hasta que finalmente se orientó y logró ubicarse otra vez.

Un silencio abrumador
Lo que más lo sorprendió fue el silencio. Confiesa Alejandro que es abrumador el silencio que reina en las Islas. Cuando pasaba por los lugares donde hace 35 años fueron escenario de combates armados pensaba cómo habrán sido esos días de la guerra, cómo habrá sido quebrar tanto silencio.

Mientras corría se sintió acompañado por 649 almas
649 argentinos perdieron la vida en Malvinas. De todos ellos, 235 son los que se hallan sepultados en el cementerio argentino. El atleta cuenta que se sintió acompañado no sólo por sus familiares por sus amigos, por los veteranos, por la gente que acompañó el proyecto y por todos los que desde las redes lo alentaban constituyéndose en una fuente de fortaleza increíble, sino también supo que hubo algo más. Sintió que no estaba corriendo solo.
El cuarto día hizo el recorrido más largo desde Puerto San Carlos hasta el cementerio argentino, unos 64 km, le tocó en todo el trayecto viento a favor cuando al mirar la vegetación que lo rodeaba, ésta se movía con el viento en contra. Experimentó todo el tiempo la sensación de que el viento lo acompañaba. Y cuando le tocaba encarar alguna subida, que tenía que hacer caminando por estar muy empinada, el viento mermaba y al comenzar la carrera de descenso volvía a soplar con fuerza como empujándolo hacia la meta. Entonces se ponía a hablar con las fuerzas que lo empujaban agradeciéndoles la ayuda.

Un pájaro de despedida
El penúltimo día llevó una carta para uno de los combatientes muertos, escrita por el propio hermano. La depositó, le puso un rosario como luego lo hiciera con cada una de las tumbas restantes y se puso a rezar, siempre junto a sus dos amigos. Al día siguiente, el de la despedida, un pájaro, que nunca antes habían visto, se acerca a una tumba y empieza a llamar con insistencia y finalmente se va. Se acerca a la tumba uno de los acompañantes y lee el apellido Soria. Scomparín se quedó alelado. Era la tumba en la que el día anterior depositaran la carta del hermano del difunto.

Finalmente en Darwin
El último día la carrera llegaba al cementerio donde descansan los restos de los soldados argentinos. Ingresó acompañado de los dos amigos que fueron su apoyo durante los 6 días que duró la maratón. Estaban finalmente allí, abrazados, cantando el Himno Nacional y sintiendo que aquellos cuyos cuerpos quedaron en suelo malvinense habían cumplido heroicamente con la última promesa de la canción patria: ?O juremos con gloria morir?.

Una reflexión a modo de balance
Alejandro Scomparín, el maratonista de Malvinas de 46 años de edad, sostiene que después de esta experiencia ya no volverá a ser el mismo. Agrega que esta carrera de 280 km durante 6 días por las islas le hizo entender que su vida había cobrado sentido, porque había cumplido una misión, la de llevar un mensaje de paz a las islas, la de recordar a las víctimas de la guerra y la de honrar a los sobrevivientes. Una misión para la que solo los elegidos son convocados.

El luto de posguerra
Tanto Argentina como Gran Bretaña ostentan una triste coincidencia: quinientas personas en cada país se quitaron la vida como secuela del conflicto, como consecuencia de la guerra. No hablar de ello, desconocer lo que sigue al drama, es una forma de acrecentar dichas cifras. Reacomodar la vida después de semejante tragedia nunca será sencillo y mucho menos si se lo oculta. En ese sentido, acciones como la del runner argentino permiten revalorizar a quienes padecieron en tanto combatientes o en cuanto familia que perdió a una persona amada. Sentirse contenidos por la sociedad y respetados en su drama no solo los ayuda para dejar de lado cualquier decisión drástica sino que también se comprende como un acto de solidaridad y reconocimiento.

¿Quién es el comodoro Pablo Carballo
El Comodoro Pablo Carballo perteneció a la Fuerza Aérea Argentina. Actualmente retirado, da clases en el Instituto que el arma tiene en Córdoba, provincia en la que vive. ?Guerrero de aire y tierra, es uno de los pilotos con mayor reconocimiento por su valor en la batalla aérea de Malvinas. Participó en siete misiones de ataque y tuvo casi 20 horas de combate real contra aviones y barcos ingleses? (Diario La Voz, de Córdoba, 1º de abril de 2007). Ha dado conferencias alrededor del mundo y es reconocido y citado como ejemplo aún por los propios ingleses. Ha escrito varios libros en los que relata su experiencia en combate.